Este artículo fue publicado originalmente en: Nuevarevolución 13/04/2020
Autora: Teresa Domínguez
Vientres de alquiler y el cierre de fronteras: Las niñeras
Otro de los problemas paralelos que reflejan algunos reportajes, nbcnews, Têtu, euronews, es la situación de surroclientes, principalmente europeos, ante la pandemia del coronavirus «porque siembra el caos en su proceso de vientre de alquiler». Porque no se les permite viajar a los países donde tienen a las mujeres contratadas. Evidentemente no todos pueden tener, el capital, ni los equipos de abogados de inmigración de Rayne. «Sus gestantes», darán a luz y se preguntan que quien cuidará de «sus» bebés.
¿Se imaginan el daño irreversible que sufrirán todas esas criaturas? La Organización Mundial de la Salud prevé en su plan «Todas las mujeres, todos los niños, todos los recién nacidos» que los derechos de madres y bebés deben ser respetados, que todos los embarazos deben ser deseados, todos los nacimientos se festejen por sus madres y que las mujeres y las criaturas sobrevivan. Y esto debe llegar a todas las mujeres y todos los recién nacidos para reducir las muertes y por ende, este tipo de explotación por desigualdades.
Además la mayoría de estos bebés nacidos por maternidad subrogada suelen nacer prematuros, y todos los expertos coinciden en que el recién nacido tiene derecho a recibir atención acorde a sus necesidades. Y alejarlo de su madre es cruel. Los vientres de alquiler además de explotación de las mujeres y menores, son violencia obstétrica.
Camboya
Camboya se convirtió en la fábrica de exportación internacional de bebés, después que se limitara por ley, mercados como la India o Tailandia, que aún operan en el mercado negro, y redactan leyes edulcoradas. En 2020 por fin se promulgará una ley que prohiba los vientres de alquiler en dicho país. La prohibición tiene como objetivo poner fin a un negocio lucrativo relacionado con el tráfico de mujeres de bajos ingresos, evidentemente, las mujeres más pobres y necesitadas son las únicas «voluntarias» que se someten a este tipo de acuerdos. ¿Recuerdan a las 33 madres embarazadas secuestradas en una granja en Tailandia que fueron arrestadas entre 2017 y 2018? Durante el juicio, una de ellas dijo que cuando era una joven viuda, su salario como trabajadora de la confección no era suficiente para mantenerse. Y no es necesario recordar la enorme industria textil que trabaja para marcas occidentales que esclaviza a millones de mujeres en dicho país, (y otros países pobres) donde el salario apenas cubre la mitad de la renta necesaria para vivir.La semana pasada, el Tribunal Municipal de Phnom Penh condenó a una mujer china Liu Qiang y a cuatro mujeres camboyanas bajo las leyes de trata de personas por su participación en una “operación” de trata. Y mientras que Qiang fue sentenciada a 7 años de prisión por dos cargos de trata de personas, las madres gestantes fueron condenadas de 3 a 5 años de cárcel. Hay muy pocas iniciativas llevadas a cabo para crear conciencia sobre los peligros de los vientres de alquiler en Camboya, (lo mismo sucede en todos los nuevos países donde el negocio se inicia y donde captan a mujeres pobres y sin información). Desde la explotación humana, pasando por las complicaciones médicas, y los peligros que conlleva, la cantidad de problemas son innumerables.
Covid-19
Según un artículo de Women Migrant Worker, bajo la presión de la pandemia por el virus del covid-19, algunas clínicas han admitido que los vientres de alquiler, cito textual: «son una explotación reproductiva a la que solo están sometidas las mujeres y tiene un grave impacto dañino en la salud porque a las madres gestantes se les inyectan medicamentos inmunosupresores que les impiden hacer frente al virus«. Por otro lado, nos encontramos con un frente común inesperado que ha frenado la explotación reproductiva, estancado procesos y cualquier discusión de proyecto de ley al respeto.
También es cierto que en numerosos países del mundo, muchas mujeres están viendo sus derechos mermados, a causa de la enfermedad, como los servicios de planificación familiar u aborto, al considerarse, «no esenciales» teniendo dificultades para acceder a la anticoncepción, e incluso a la interrupción voluntaria del embarazo. El confinamiento que estamos viviendo a nivel global también está agravando la violencia machista.
Cientos las organizaciones de derechos humanos de mujeres del mundo entero piden a los gobiernos y a las altas instituciones, una prohibición global de esta práctica que vulnera de manera tan flagrante derechos humanos tan elementales. La vulneración de los derechos de las mujeres es sistémica per sé, y siempre ha sido un daño colateral en los momentos complicados de la historia, las epidemias, las catástrofes, las guerras, las crisis y con esta pandemia no iba a ser menos.
“No seré una mujer libre mientras siga habiendo mujeres sometidas”